viernes, 29 de junio de 2012

Las notas


Aunque los bombones van a tener que ir todo el mes de Julio al orfanato de día, oficialmente hoy acaba el curso escolar y tenemos fiesta, merienda y gymkana padres, profesores y alumnos.

Como el curso acaba oficialmente hoy, ayer nos entregaron las primeras notas de los bombones. Antes de que os rasguéis las vestiduras os diré que no son notas al uso y que ni han suspendido en plastilina ni han tenido sobresaliente en pintar con los dedos, y que si lo hubieran hecho, me hubiera dado igual porque eso ahora no es importante.

Lo que nos han entregado es un informe, cuatro páginas mecanografiadas en las que intentan aproximarnos a lo que ha supuesto su primer año en el cole. Y estoy hinchada como un globo y rebosando orgullo.

Muchas de las cosas que han puesto ya las sabía yo, pues para algo soy su madre y les voy conociendo. Otras me han hecho reflexionar y otras me han sorprendido gratamente.

Creo que voy a aprovechar el verano para intentar darles más autonomía e intentaré comenzar a asumir que mis bebés ya no son bebés, que son dos personitas listas y encantadoras, con personalidad propia y que comienzan a ser niños. Va a ser una etapa llena de cambios y como dice su padre, ahora vamos a empezar a divertirnos de verdad.

También nos han entregado una carpeta con sus trabajos del curso, confieso que me puse moñas, muy moñas, pero me hizo tanta ilusión verlos… He decidido comprar un baúl y comenzar a atesorar todas estas cosas.

Ya os contaré como resulta la gymkana de esta tarde. Espero que no nos derritamos.


jueves, 21 de junio de 2012

Operación adiós cunas


Hace cosa de dos meses, el padre de los bombones y yo comprendimos que había llegado el momento de quitar las cunas. Los bombones habían aprendido a salirse de ellas con una facilidad pasmosa. Y nos daba miedo que un día se estampasen los morros contra el suelo. Además, con lo que se mueven, no les veíamos muy cómodos ya.

Después de medir tres veces la mini-habitación, hacer planos sobre lo que mejor nos iría, visitar varias tiendas y volver a hacer planos y a medir, por fin, hace cosa de un mes instalamos la habitación de nuestros niños.

Una vez solventada la parte logística, decorativa, comenzamos lo difícil: los bombones tenían que dormir en sus camas, y dormirse directamente allí. Había que despedirse también de dormirse en la hamaca y que luego les pasásemos a sus cunas. Así que la cosa amenazaba con ser complicada… y nosotros nos preparamos para la aventura como mejor pudimos.

Y efectivamente, ha sido y está siendo complicado. Hemos intentado todo lo que se nos ha ocurrido y poco a poco parece que se ve la luz al final del túnel porque ahora suelo tardar entre veinte y cincuenta minutos en dormirles a los dos. Que sí, que cincuenta minutos es una pasada, pero es que hemos llegado a tardar hora y media, así que el avance es notable.

Pero algunas noches, se convierte en un infierno porque como uno de ellos tenga ganas de juerga… lloros, saltos en la cama, lanzamiento de peluche a la cabeza del hermano con efecto, reparto y lanzamiento de chupetes como si fuera arroz a la salida de una boda, petición de agua en modo cansino, (no sabía yo lo persistentes que son mis hijos cuando se emperran en algo), me regañan si les canto, que vale, canto mal pero tampoco es para ponerse así, los cuentos no sirven, si lo tengo en mis manos me lo quieren quitar y si simplemente les cuento yo el cuento de memoria, ninguno les gusta porque todos los que comienzo, son interrumpidos al grito de “Ete noooooo, oto”

Vamos, que es una odisea el momento vamos a la cama porque ellos acaban de cenar y piden “a momi, a cama a momi” y según se meten en la cama, las ganas de dormir desaparecen y empieza el show.

He optado por tomármelo con humor y de paso, aprovecho para planear venganzas contra ellos: cuando tengan 18 años y lleguen a casa a las siete de la mañana después de una noche de juerga, les he prometido que a las ocho yo me pondré a pasar el aspirador como si no hubiera un mañana.




miércoles, 6 de junio de 2012

La primera adolescencia


Últimamente tengo esto abandonadito. No me he olvidado de que tengo un blog, no voy a dejar de escribir en él, pero tengo las fuerzas al nivel de los túneles del metro y entre el calor, la alergia, el final de curso, la operación “Adiós cunas” y que hemos comenzado a sumergirnos en el apasionante mundo de los dos años, o como lo llaman ahora “la primera adolescencia”…. Vamos, que estoy tirando de pastilla de vitaminas diaria para poder desempeñar más o menos dignamente mis funciones.

Y hoy, que hace calor, que es viernes tarde y estoy currando, (esto lo leeréis el miércoles cuando acabe mis exámenes y si, soy una pringada), me he puesto a pensar en eso de “La primera adolescencia”.

La primera adolescencia, es un término que se usa ahora y cuya definición según he leído es: “Fase del desarrollo que ocurre más o menos a los dos o dos años y medio, una vez que el bebé deja de serlo pasando por una etapa de transición que le permite romper el equilibrio y alcanzar la madurez y la personalidad característica de un niño de tres años”.

Viendo como empiezan a comportarse mis hijos en algunos momentos, yo me dejaría de tanta frase bonita y lo describiría así: “Momento niño por culero que usa el No en todas sus frases, logrando con sus berrinches que la madre se pregunte dónde está su hijo y que hace Chucky usurpando su lugar”

(Para los de la E.S.O, Buscad Muñeco Diabólico en Google y así le conocéis)

Como os decía, los bombones están comenzando la primera adolescencia, según la definición que os he puesto quedan casi 11 meses de rabietas, acompañadas con gritos de “Etoooooo Nooooooo”, “Tu noooooooooooo”, “E miooooooooooo” y lanzamiento de chupete / coche / juguete a la cabeza del primero que pase por allí. Y yo no sé si estoy preparada para vivir un año así de intenso con ellos porque cuando no es I, es M y cuando no, son los dos en amor y compañía, el caso es que últimamente me siento como los TEDAX cuando trato con ellos. Un pequeño gesto inocente por mi parte y… ¡rabieta al canto!

A veces llevamos bien las rabietas, logramos que no entren en bucle y en dos minutos se les ha pasado el mosqueo. Otras veces, no logramos ponernos de acuerdo y la cosa termina como el Rosario de la Aurora. Con ellos dos gritando, uno de nosotros intentando mediar y el otro en una habitación aparte, (el rincón de pensar de los padres deberían llamar a mi baño), intentando reunir toda la paciencia que pueda.

La teoría me la sé, nos la sabemos: nosotros somos los adultos, hay que intentar evitar situaciones “conflictivas”, debemos verbalizar sus sentimientos puesto que ellos no hablan… pero cuando son las 4 de la tarde, estás a 35 grados a la sombra, te sudan hasta las corvas, tienes dos hijos tercos como las mulas, (son Tauro, no digo más) y vas con la hora pegada al culo como siempre… Ni teoría, ni Zen, ni nada, les sientas en la silla después de 10 minutos respetando sus ritmos, rezas para que su hermano no se solidarice y te monten un pollo a dúo y mientras vas pensando que oye, puede que Herodes no fuera tan malo como dice la Biblia….