miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Dónde está mi memoria?



Siempre he sido famosa por mi memoria de elefante. Lo recordaba todo, nombres y fechas, detalles, gestiones, caras...no se me olvidaba nada.

En el trabajo era capaz de recordar el nombre de los clientes que hacía ya años que no trabajaban con nosotros y su número de expediente.
Me bastaba ver el número de teléfono que salía en la pantalla para saber quién llamaba. Mi memoria me hacía muy buena en mi trabajo, y no es que peque de falta de modestia, es que era realmente buena, (ahora lo soy pero porque he optado por apuntármelo todo).

Hacía la lista de la compra de memoria sin tener que revisar las alacenas ni el frigorífico. Cualquier detalle o dato, por tonto que fuera, quedaba registrado en mi cerebro.

Hasta que fui madre. En algún momento entre el octavo mes de embarazo y el parto, mi memoria desapareció y en su lugar dejó un cerebro de madre que a veces es un poco caótico y desorganizado.

Y que ha dado lugar a que me pasen cosas así:

1.- Comenzar a leer un libro al que tenía muchas ganas y darme cuenta en la página 40 de que ya me lo había leído.

2.- Bajar al supermercado a comprar leche y volver a casa con una bolsa llena de cosas, pero sin la leche.

3.- Darme cuenta a las doce del mediodía que la comida sigue en su tupper pero dentro del congelador y que no la he puesto a descongelar.

4.- Darme cuenta a las diez de la noche de que no he tendido la ropa de la lavadora que he puesto a las 4 de la tarde.

5.- Descubrir en mi bolso una carta que tenía que haber echado al buzón hacía una semana.

Y no sigo porque me deprimo. Lo llevo francamente mal, antes mi cerebro era un órgano eficiente y fiable y ahora es un poco triste pensar que si no miro la agenda, estoy perdida. Y más cuando soy implacable conmigo misma y tiendo a exigirme el 200%.

Sólo espero que algún día regrese mi memoria, la echo mucho de menos.