jueves, 21 de junio de 2012

Operación adiós cunas


Hace cosa de dos meses, el padre de los bombones y yo comprendimos que había llegado el momento de quitar las cunas. Los bombones habían aprendido a salirse de ellas con una facilidad pasmosa. Y nos daba miedo que un día se estampasen los morros contra el suelo. Además, con lo que se mueven, no les veíamos muy cómodos ya.

Después de medir tres veces la mini-habitación, hacer planos sobre lo que mejor nos iría, visitar varias tiendas y volver a hacer planos y a medir, por fin, hace cosa de un mes instalamos la habitación de nuestros niños.

Una vez solventada la parte logística, decorativa, comenzamos lo difícil: los bombones tenían que dormir en sus camas, y dormirse directamente allí. Había que despedirse también de dormirse en la hamaca y que luego les pasásemos a sus cunas. Así que la cosa amenazaba con ser complicada… y nosotros nos preparamos para la aventura como mejor pudimos.

Y efectivamente, ha sido y está siendo complicado. Hemos intentado todo lo que se nos ha ocurrido y poco a poco parece que se ve la luz al final del túnel porque ahora suelo tardar entre veinte y cincuenta minutos en dormirles a los dos. Que sí, que cincuenta minutos es una pasada, pero es que hemos llegado a tardar hora y media, así que el avance es notable.

Pero algunas noches, se convierte en un infierno porque como uno de ellos tenga ganas de juerga… lloros, saltos en la cama, lanzamiento de peluche a la cabeza del hermano con efecto, reparto y lanzamiento de chupetes como si fuera arroz a la salida de una boda, petición de agua en modo cansino, (no sabía yo lo persistentes que son mis hijos cuando se emperran en algo), me regañan si les canto, que vale, canto mal pero tampoco es para ponerse así, los cuentos no sirven, si lo tengo en mis manos me lo quieren quitar y si simplemente les cuento yo el cuento de memoria, ninguno les gusta porque todos los que comienzo, son interrumpidos al grito de “Ete noooooo, oto”

Vamos, que es una odisea el momento vamos a la cama porque ellos acaban de cenar y piden “a momi, a cama a momi” y según se meten en la cama, las ganas de dormir desaparecen y empieza el show.

He optado por tomármelo con humor y de paso, aprovecho para planear venganzas contra ellos: cuando tengan 18 años y lleguen a casa a las siete de la mañana después de una noche de juerga, les he prometido que a las ocho yo me pondré a pasar el aspirador como si no hubiera un mañana.




2 comentarios:

  1. jajajaja Qué buena venganza!! ;)

    Saludos,

    Nieves. (Creando mi hogar).

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  2. Jajaja, gracias Nieves.

    Algunas noches cuando por fín se duermen, se me quitan las ganas de vengarme pero jo, qué durillo se me hace a veces

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