lunes, 30 de septiembre de 2013

Creo que he vuelto

Si, creo que he vuelto y esta vez para darle continuidad al blog.

El verano ha sido atareado, los padres de los bombones ya somos un matrimonio y los bombones ya están yendo al cole de mayores.

La boda fue preciosa. No es que yo lo diga, es que los invitados nos han felicitado y creo que los 60 adultos no han podido mentir a la vez.

Después de los quince días de permiso y de comenzar hoy una rutina que seguirá igual hasta el próximo junio, creo que puedo dar por inaugurado el curso 2013/2014. Ahora sólo queda centrarme y comenzar a contar las cosas que han pasado este verano y las que nos pasaran.




jueves, 27 de junio de 2013

El cole de mayores



Llevo desaparecida muchos meses.

Han pasado bastantes cosas y he tenido que centrar mi atención en la búsqueda de colegio del año que viene, la cual la contaré en próximas entradas porque este año, esta nuestra Comunidad de Madrid, se ha lucido y necesito calma y tiempo para relatar el mes infernal que he vivido.



Hoy he formalizado la matrícula de los bombones para el próximo curso. Van a ir al “cole de mayores” y yo estoy muy moñas. Ya no tengo bebés, se hacen grandes.

lunes, 11 de marzo de 2013

Vivan los novios



En Villa bombones somos muy originales. Ya lo dice la abuela, que yo soy don pa’ contraria.

En (casi) cualquier familia que se precie, lo normal es que papá y mamá se casen, se vayan de viaje y luego lleguen los niños.

Nosotros no. El padre de los bombones y yo nos hicimos un viaje estupendo allá por el 2009, del que regresamos siendo cuatro aunque aún no lo sabíamos.

Después del viaje y ante la sorpresa de que los bombones ya estaban en camino, nuestra vida se convirtió en un caos estupendo que incluyó una mudanza en la semana 31 de embarazo y en aprender a convivir con dos bombones que todo lo que tienen de guapos, lo tienen de trasto.

Y ahora, para seguir siendo los originales de nuestro entorno, hemos decidido formalizar lo que ya es un hecho desde hace ocho años, dentro de seis meses y dos días, ¡nos casamos!

De momento hemos logrado fijar la fecha, que ya es todo un logro teniendo en cuenta el ritmo de vida que llevamos.
Ahora estamos a la caza y captura de un lugar adecuado para celebrarlo, lo cual es toda una odisea. Si los foros de maternidad ya me parecen un mundo aparte, los de boda me están espeluznando. Y si elegir el cochecito, la sillita del coche y los demás accesorios necesarios para dos bebés me provocó dolor de cabeza, la búsqueda de un sitio que reúna las tres bes me está aterrando.

Que si este es barato pero cutre que te cagas. Que si este no esta mal pero la organizadora me ha caído gorda, que si no podemos elegir este sitio porque se nos van a perder la mitad de los invitados por el camino….
Que si el sitio X ofrece barra libre y flores, pero no ofrece recena. Que si el sitio Y ofrece recena pero la barra libre cuesta un riñón y medio por invitado…. Yo ya me he perdido, sueño con flores, minutas, cocktails y menús y a este ritmo no sé si llegaré cuerda a Septiembre. (Vale puntualizo, o menos loca que ahora que cuerda, lo que se dice cuerda, creo que no lo he estado nunca).

Así que avisados quedáis, las aventuras bomboneras van a mezclarse con las aventuras pre boda en las que estamos inmersos y si no se hunde el mundo en Septiembre me casaré con el mejor hombre del mundo, al que le debo y quiero tanto que tendría que inundar de post la blogosfera para poder contar todas su virtudes.

miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Dónde está mi memoria?



Siempre he sido famosa por mi memoria de elefante. Lo recordaba todo, nombres y fechas, detalles, gestiones, caras...no se me olvidaba nada.

En el trabajo era capaz de recordar el nombre de los clientes que hacía ya años que no trabajaban con nosotros y su número de expediente.
Me bastaba ver el número de teléfono que salía en la pantalla para saber quién llamaba. Mi memoria me hacía muy buena en mi trabajo, y no es que peque de falta de modestia, es que era realmente buena, (ahora lo soy pero porque he optado por apuntármelo todo).

Hacía la lista de la compra de memoria sin tener que revisar las alacenas ni el frigorífico. Cualquier detalle o dato, por tonto que fuera, quedaba registrado en mi cerebro.

Hasta que fui madre. En algún momento entre el octavo mes de embarazo y el parto, mi memoria desapareció y en su lugar dejó un cerebro de madre que a veces es un poco caótico y desorganizado.

Y que ha dado lugar a que me pasen cosas así:

1.- Comenzar a leer un libro al que tenía muchas ganas y darme cuenta en la página 40 de que ya me lo había leído.

2.- Bajar al supermercado a comprar leche y volver a casa con una bolsa llena de cosas, pero sin la leche.

3.- Darme cuenta a las doce del mediodía que la comida sigue en su tupper pero dentro del congelador y que no la he puesto a descongelar.

4.- Darme cuenta a las diez de la noche de que no he tendido la ropa de la lavadora que he puesto a las 4 de la tarde.

5.- Descubrir en mi bolso una carta que tenía que haber echado al buzón hacía una semana.

Y no sigo porque me deprimo. Lo llevo francamente mal, antes mi cerebro era un órgano eficiente y fiable y ahora es un poco triste pensar que si no miro la agenda, estoy perdida. Y más cuando soy implacable conmigo misma y tiendo a exigirme el 200%.

Sólo espero que algún día regrese mi memoria, la echo mucho de menos.


martes, 15 de enero de 2013

Los zapatos



Los bombones no usaron zapatos hasta que empezaron a caminar. Su primer año de vida iban descalzos o con unos buenos calcetines.

El primer par de zapatos que tuvieron, nos costaron una pasta, y salieron buenos, duraron unos 3 meses, y hubo que jubilarlos porque el bombón I se descalzó en un centro comercial y perdió uno de sus zapatos. Ese verano alternaron los zapatos con unas sandalias y en casa andaban descalzos o con calcetines, (esta costumbre la conservan aún hoy y en casa siempre van descalzos)

Desde entonces, los zapatos y zapatillas que les hemos comprado, siempre ha habido que desecharlos porque les quedaban pequeños, hasta ayer….

Cuando les recogí del cole, me encontré con que las zapatillas de ambos estaban en este estado:



No sé cómo lo han hecho. Desconozco a qué se dedican para cargarse los zapatos de esta manera… pero si con 32 meses ya son capaces de dejar unas zapatillas en un estado tan lamentable, auguro que en los próximos años el presupuesto familiar para ropa y calzado se nos va a disparar.

viernes, 11 de enero de 2013

Porque quiero



A menudo me han preguntado por qué los bombones van vestidos iguales el 90% del tiempo. (Cuando la ropa es heredada o regalada no siempre es igual y no pasa nada).
Incluso me han realizado la pregunta acompañada de opiniones varias que yo jamás he pedido:

-         “Así no hay quién les distinga”
-         “No pueden desarrollar su propia personalidad”
-         “Bastante tienen con ser dos como para que encima no puedan estar individualizados…”

Vale, voy a aclararlo: van vestidos iguales porque quiero y porque con 32 meses aún no eligen ellos la ropa, salvo en contadas ocasiones.

Podría dar motivos más prácticos, como que odio ir e compras y paso de pensar dos modelitos diferentes, (lo cual es cierto), o que ellos lo piden, (que no es verdad), o que me facilita distinguirles en el parque…. Pero no, van vestidos iguales porque quiero, porque me gusta y porque si veo un jersey que me parece bonito para uno de ellos, también me parece bonito para el otro.

Y a los opinólogos les rebato sus ideas:

1.- Si les confundes, ellos mismos te aclaran que te has equivocado y te dicen su nombre.
2.- De personalidad andan sobrados los dos, y físicamente se parece mucho pero de carácter son totalmente opuestos.
3.- Son mellizos, pero eso no quita que cada uno sea un ente propio. Ni les tratamos como si fueran un conjunto, ni una prenda de ropa les va a traumatizar de por vida.

Y tranquilos, que cuando ellos decidan que quieren ir vestidos diferentes, yo seré la primera que respete sus deseos.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Gracias



Mañana hará un año que publiqué mi primera entrada en este blog. No he podido dedicarle todo el tiempo que me hubiera gustado, pero estoy contenta de haber logrado llegar a la primera meta. Como puede que hoy se acabe el mundo, (me viene fatal porque mañana iba a ser millonaria pero bueno, si los Mayas lo dicen… jejeje), quiero adelantar un día la celebración de este aniversario bloguero.

Aprovecho esta entrada para daros las gracias a todos los que habéis leído y comentado mis batallitas bomboneras. No os imagináis la ilusión que me hace ver los comentarios cuando entro.

Os deseo a todos una muy feliz Navidad. Que el 2013 sea mucho mejor que esta mierda año que estamos terminando y que todos logréis ver estas fiestas a través de los ojos de mis hijos.

Para ellos, es la primera Navidad que realmente se dan cuenta de las cosas y ver sus caras al poner el árbol, oirles chapurrear su primer villancico y como disfrutan con el muñeco de nieve bailarin que tenemos en casa, hace que por fín, después de muchos años, yo me haya reconciliado con las Navidades.

Así que, GRACIAS a todos los que me seguís y os deseo de corazón que paséis una Navidad mágica y feliz.