viernes, 30 de diciembre de 2011

Momento Donetes

Esta entrada se la dedico a mi amiga Blanca, aprovecho para recomendaros su blog Tes pes al miayo porque es una artista. Ella, mejor que nadie, sabe de lo que voy a hablar.

El momento donettes o también conocido como “me salen amigos por todas partes” se produce cada vez que el carro gemelar, (ahora silla gemelar), sale a la calle y las reacciones son diversas, pero se podrían clasificar de esta manera:

1.- Sorpresa: gente que a nuestro paso se gira para mirarnos mientras formulan exclamaciones que van desde “Ohhh, mira que monada” hasta “Jo, pobre madre, que faena” (Algún día publicaré una entrada sobre impertinencias varias), pasando por el típico "!Anda¡, !si son dos¡"

2.- Timidez: aquellos que en los semáforos nos miran de reojo a mí y a mis niños, sin atreverse a decirnos nada, pero no nos quitan la vista de encima.

3.- Amabilidad: personas que me comentan lo guapísimos que son mis hijos. Y le dicen palabras amables a los bombones.

4.- Curiosidad: estos pueden ser:

4.1.- Correctos: me paran para preguntarme si son mellizos o gemelos y mantengo una conversación breve: “Si, dos niños”, “Mellizos”, “Si, lo sé, parecen gemelos pero son mellizos”, “Si, los distingo perfectamente”, “¿Qué cómo los distingo? Porque soy su madre”, “Sí, son muy buenos”, “Gracias muy amable”…. (Esta última respuesta es porque el 99% de las veces me desean que se me críen con salud).

4.2.- Maleducados: me paran, (a algunos sólo les falta hacerme un placaje como el que me hizo mi hermano pequeño una vez y que terminó con una visita a urgencias y mi brazo en cabestrillo una semana), se asoman tanto que parece que se quieren montar ellos en el carro, les pretenden tocar las manos, o pellizcarles los mofletes ahora que son más mayores, (¡ojo!, lo pretenden pero nunca lo han conseguido).
Me hacen un interrogatorio sobre sueño, alimentación, rutinas, parto, peso al nacer, nombre de los niños, dirección, ingresos de la familia, etc, etc, etc… y me terminan diciendo: “Pues que te sea leve, porque dos, ¡menudo trabajo! Espero que te ayude alguien”. (Lo dicho, publicaré una entrada sobre impertinencias varias).

El perfil del grupo 4.2 suele ser: señora de edad indefinida entre 50 y 70 años, sola o acompañada de otra señora de su quinta, que además de ser un auténtico coñazo, con perdón, aprovecha para intentar contarte la historia de sus hijos y nietos con todo lujo de detalles. Salpicando dicha historia con consejos que tú no recuerdas haberle pedido a nadie y menos a una perfecta desconocida.

Como consecuencias del momento donettes:

  • Una simple vuelta a la manzana puede llevarme cerca de media hora, dependiendo del día y de las ganas que tenga de “aguantar” a las usuarias del subgrupo 4.2 

    • Soy conocida en todo el barrio, lo cual es incómodo porque yo soy una pésima fisonomista y cuando me saludan, devuelvo el saludo sin saber quién es la persona que me ha dicho hola.

      • Regañina del padre de los bombones, porque dice que doy demasiado carrete. Claro, como a él nunca le paran, piensa que la culpa es mía, que tengo un imán.

      jueves, 29 de diciembre de 2011

      Consejos vendo y para mí no tengo

      Desde que me quedé embarazada, vengo observando una cosa curiosa: la gente se cree con derecho a decirte e incluso ordenarte lo que tienes o no tienes que hacer. Y si encima eres primeriza, la has cagado. Y si encima se te ocurre contar que esperas dos bebés, que Dios te pille confesada.

      Da igual que tú no hayas visto en tu vida a la persona en cuestión, ella verá tu barriga y considerará que tiene que darte consejos valiosísimos, (según ella claro), porque de repente, el embarazo te ha vuelto inútil.

      No es cuestión de poner aquí mi C.V, pero digo yo que después de haberme sacado una licenciatura, un master, y estudiando una segunda licenciatura en estos momentos, tonta, lo que se dice tonta tampoco creo que sea. Pero da igual, cuando te embarazas, pasas de ser una tía inteligente y/o lista a ser tratada como si fueras tontita.

      Y no te dan consejos sobre el embarazo, no… te empiezan a decir cómo tienes que criar a tus futuros hijos. Que si no le cojas que se acostumbra, que si hay que seguir horarios a rajatabla, que si no te dejes manipular por unos cuantos lloros, que si hay que dejarles claro quién manda, que si no se qué, que si no sé cual…. ¡PAMPLINAS!

      Al principio yo me cabreaba y activaba mi modo borde ON, (que según mi madre lo tengo muy desarrollado), pero lo único que lograba es que la gente creyera que estaba sufriendo un baile de hormonas y seguían con su retahíla.

      Hasta que descubrí el truco. Cuando me daban o me dan un consejo no pedido, pongo cara de vaca viendo pasar el tren, asiento como si de verdad estuviera escuchando y luego hago lo que me da la gana. Así todos contentos, los consejeros de todo a 100 se marchan encantados de haberse conocido y pensando que han iluminado a una pobrecita ignorante más y yo me quedo contenta viendo como mi capacidad de auto desconexión neuronal va funcionando cada vez mejor.

      Si estas leyendo esto y aún no eres madre, me voy a arriesgar a darte un único consejo: si necesitas consejo o ayuda pídelos, pero si tu instinto y tus tripas te dicen lo que debes hacer, sigue ese impulso y olvídate del resto porque, como le dije yo una vez a alguien: “Tú has criado a varios hijos pero yo he parido a los míos”.

      miércoles, 28 de diciembre de 2011

      Top ten de trastadas I

      Las más “memorables” de las muchas que hacen:

      1.- Aprovechar que se han quedado sólo con el pañal, para cagarse, quitárselo y restregarse mutuamente de mierda hasta por el pelo, acompañado todo de carcajadas y risas. A quién tuvo que bañarles no le hizo tanta gracia, menos mal que no fui yo.

      2.- Despertarse a las 4 de la mañana, ponerse de pie en la cuna y volcar el cuenco de cebolla picada que había en el cambiador, (remedio de las abuelas para la tos que funciona). Cunas, bombones y suelo llenitos de cebolla por cortesía de I.

      3.- Vaciar todos, repito T O D O S los juegos de mesa en la alfombra. Si alguna vez os habéis preguntado cuantas tarjetas tiene un trivial, os lo respondo yo: tropecientas mil quinientas.

      4.- Meterse vestidos en la bañera y levantar el grifo del agua. Cantando bajo la lluvia en versión ducha, amenizada con grititos y risas.

      5.- Volcar el cubo de la fregona en el pasillo y restregar con las manos el contenido del mismo.

      6.- Colarse en la cocina y jugar al patata-basket o lo que es lo mismo, encestar las patatas en el fregadero

      7.- Colarse en el baño y convertirse en el perro del anuncio de papel higiénico, creando su propio confeti casero. Afortunadamente llegué a tiempo para evitar que uno le hiciera chupar la escobilla del w.c al otro.

      8.- Esconder el teléfono inalámbrico en el mueble de los manteles y paños de cocina. Media hora buscando el teléfono hasta que dimos con él.

      9.- Cargarse dos fuentes de barro en casa de la madrina. Menos mal que ella se lo tomó a risa.

      10.- Despegar el ribete del tapizado de una butaca en casa de la abuelita. ¡Cómo cambian las cosas! Si yo de pequeña se lo hubiera hecho, me hubiera castigado, pero cómo lo hicieron los bombones, estaba encantada de la vida porque fue la primera trastada que le hicieron a ella.


      Este top ten es momentáneo. Conociendo a mis hijos y su afán por investigar, descubrir y destruir, en unos meses publicaré un nuevo listado. Y os prometo que solemos tenerles controlados, pero es que ¡son muy rápidos!

      La llegada a casa

      Llegamos a casa un sábado festivo a la hora de comer, con dos bebés de 6 días y con una mezcla de cansancio e ilusión que supongo que es típica en cualquier padre primerizo.

      Como la casa estaba helada después de una semana fuera, lo primero que hicimos fue encender la calefacción. Lo segundo fue trasladar una de las cunas al salón porque íbamos a turnarnos para dormir en el sofá con ellos al lado. Eran tan pequeños que compartían cuna y sobraba espacio.

      Ese día lo recuerdo muy activo, mi chico había ido dejando los regalos que nos llevaron al sanatorio en un rincón del salón y había que colocarlos,  además había que vaciar las maletas, poner lavadoras y sobre todo, ocuparse de los bombones. La cicatriz de la cesárea me dolía cada vez que me levantaba, pero, había que tirar pa’ lante.

      La primera noche, la realidad nos golpeó brutalmente. Ya no había enfermeras a las que pudieras acudir, éramos nosotros cuatro frente al mundo y todas las emociones que había vivido desde el lunes, hicieron mella en mí esa noche, a la que se sumó que apenas pude dormir 2 horas. Así que, de madrugada, y mientras acunaba a uno de mis hijos, pensé: “¿Y ahora qué hago? En menudo lío me he metido”

      Al día siguiente, la famosa depre post parto hizo que me pasase toda la comida llorando e hipando, diciéndole a mi chico que aquello había sido un error, que pobres bombones porque les había tocado una mierda de madre, que era una inútil, que en vaya jardín nos habíamos metido… hoy lo recuerdo con una pizca de nostalgia, una sonrisa irónica y poniendo los ojos en blanco, pero creo que jamás podré olvidar lo triste y desamparada que me sentí en ese momento.

      Tampoco es que ayudara mucho que esos dos días mis hijos apenas comieran ni durmieran, pobres, para ellos también era todo nuevo.

      Sé que para el padre de los bombones tampoco fue fácil aguantar los maremotos emocionales de la hormona con patas en que se había convertido su chica, aunque, como siempre, estuvo al pie del cañón y logró darme ánimos y sacarme una sonrisa entre tanto llanto.

      Pero todo pasa, y hoy, casi 20 meses después, sólo puedo pensar que si volviera atrás en el tiempo, volvería a tener a mis hijos y que nunca jamás, podré arrepentirme de haber tenido a los bombones porque junto con su padre, son el motor que mueve mi mundo.

      martes, 27 de diciembre de 2011

      Soy una taza

      ...una tetera, una cuchara y un cucharón, un plato hondo, un plato llano, un cuchillito y un tenedor. Soy un salero, azucarero, batidora y olla express, chiu chiu

      Si a los padres de los bombones nos dieran un euro cada vez que hemos oído y bailado esa canción, no digo yo que fuésemos ricos, pero para una buena mariscada seguro que teníamos suficiente. Como habéis comprobado, la letra me la sé de memoria ya. Que vale, no es difícil, pero cuando has dormido sólo 4 horas, hasta escribir correctamente tu nombre es todo un reto.
      También os digo que vernos a su padre y a mí con nuestro 1,93 y 1,75 cm de humanidad bailar esa canción es un show, (la olla Express me sale ya de lujo).

      Porque sí, nosotros también hemos caído en la trampa de Los Cantajuego.

      Tengo buenas amigas que me habían advertido. Me habían hablado de lo saturada que podría acabar si entrábamos en el universo Cantajuego, y aunque nos resistimos durante un tiempo y vivimos felices en nuestra ignorancia. Al final, tuvimos la ocurrencia de visionarlos.
      Entendednos, cuando ni Pocoyo, ni Pat el cartero, ni Manny Manitas logran ya llamar la atención de los bombones, hay que probar cosas nuevas que les persuadan de hacer o inventar trastadas.

      La primera vez que los pusimos, disfrutamos los cuatro. A los bombones les encantaron porque eso de ver a gente saltando y cantando, (y haciendo el payasete todo sea dicho), les divierte un montón y además la música les gusta mucho, (ya os contaré otro día qué música solemos ponerles en casa).
      Y nosotros porque muchas de esas canciones nos transportaban a nuestra infancia y además, ¡¡los bombones estaban sentados y quietos!! Algo que pocas veces pasaba.

      La segunda vez que los vimos, los bombones estaban aún más entregados, ya les sonaban las canciones y las coreografías, e incluso se animaban a mover las manos y el culete al ritmo de Juan pequeño baila.
      Nosotros, pasada la novedad, los observamos sin mucho entusiasmo mientras sonreíamos al ver a nuestros pequeños bailarines que aplaudían al final de cada canción con el mismo entusiasmo con el que su padre celebra un gol de nuestro equipo de fútbol. Venga, voy a ser sincera, yo también celebro los goles.

      A partir de la tercera vez, a nosotros nos daban bastante igual y a estas alturas de la película, estamos comenzando a aborrecerlos porque todos los días hay que ponerlos por deseo de los niños. Es curioso, nuestro nivel de saturación es directamente proporcional al nivel de entusiasmo que muestran los bombones.

      Aún así, yo pensaba que lo estaba llevando bien, que aunque resulta cansino escuchar cien veces El sapo Pepe y la rana Juana, tampoco estábamos tan imbuidos en el espíritu Cantajuego. ¡¡ Error!! Craso error confiarme.
      Cuando el otro día me sorprendí a mi misma en el trabajo, fotocopiando escrituras y canturreando En un bosque de la China, comprendí que, como el 90% de los padres del Siglo XXI, había sido abducida por el entusiasmo que muestran unos cuantos muchachos vestidos con peto vaquero y camiseta roja.

      Si aún no sabes qué son Los Cantajuego, te aconsejo que te vayas haciendo a la idea y mires por encima algún video suyo, porque esos muchachos y sus canciones, van a ser tus compañeros durante varios años en el apasionante mundo de la paternidad.

      lunes, 26 de diciembre de 2011

      Baile de camas

      Este fin de semana, y para darnos una auténtica “Noche Buena”, el bombón M ha estado con fiebre.
      Lleva desde el sábado por la noche oscilando entre los 38 y 39 grados, (aunque hoy ha amanecido con 36,1 y su padre ya me ha informado de que ha tenido que castigarlos dos veces a cada uno por pegarse, luego ha vuelto a tener 38,4 de fiebre).

      Eso nos ha llevado a tener dos noches ajetreadas porque el bombón I, aunque no tiene fiebre, no ha querido perderse la ocasión de sumarse a la fiesta.

      La madrugada del sábado al domingo, llegamos a casa a la 1, les acostamos en su cuna porque se habían dormido en el coche. Al rato me acosté, dejando a mi chico viendo una película.

      A las 4:45, su padre me trajo a M a la cama, le pusimos el termómetro y tenía 39,1 de fiebre. Un buen chute de Dalsy y padre e hijo se quedaron dormidos en la cama. Así que me fui al salón a seguir durmiendo.

      A las 5:15, mi hijo I se despertó, me lo llevé al salón conmigo y logré que se volviera a dormir, pero sólo lo conseguí cuando le dejé tumbarse sobre un cojín en la alfombra. Así que tuve que poner la calefacción y dormir con un ojo semi-abierto para comprobar que no se destapaba. Menos mal que a estas alturas una ya es capaz de dormir en las posturas y lugares más insospechados.

      Y así amanecimos todos a las 10:20.

      La noche del domingo al lunes no ha sido mejor. M ha seguido con fiebre y sólo ha consentido dormir en brazos o en el sofá y hasta las 3 de la mañana no ha logrado su padre que se quedase dormido en la cuna.

      Pero a las 6, I, le ha cogido gusto al tema este de andar en danza, y me lo he traído a nuestra cama dónde él y su padre han dormido a pierna suelta hasta las 8, pero yo me he desvelado y llevo desde las 6:30 en pie.

      Así que esta noche, como otras muchas en nuestra casa, hemos jugado al baile de camas.

      Navidades I

      Recuento de regalos de Papa Noel que han recibido los bombones:

      • 2 cuentos
      • 2 sobrepijamas
      • 10 coches pequeños
      • 1 caja de lego (pequeña gracias a Dios)
      • 2 panderetas
      • 2 pianos
      • 2 coches musicales


      Después de ver esta lista, tengo varias cosas claras:

      1.- Al gordito de rojo le caemos fatal y tiene un acuerdo comercial con el farmacéutico de la esquina, porque sino, no me explico por qué los últimos regalos de la lista son musicales, (gracias abuelas, qué majas sois y cómo se nota que no tenéis Facebook y no leísteis mi petición). 
      Y creedme, los pianos y los coches suenan a un volumen alto, pero el manejo de la pandereta que tienen mis hijos tampoco es desdeñable.

      Ellos están felices y de buena mañana te piden que enciendas los pianos y los coches para comenzar la serenata, a la que luego se añade la concertina de panderetas. Así que su padre y yo llevamos 24 horas con un dolor de cabeza estupendo.

      2.- La ocupación de la casa avanza, hemos tenido que habilitarles un estante más para que guarden sus nuevos tesoros con lo cual ayer hubo que recolocar cosas nuestras para que entrasen las suyas. Y sí, si tuviéramos una mansión o una casa grande, pues todavía, pero en 45 metros cuadrados la cosa está complicada. Calculamos que de aquí a dos años tendremos que pedirles permiso para poder guardar nuestras cosas en una esquina.

      3.- Ya se nos están abriendo las carnes porque aún faltan los regalos de sus Majestades de Oriente. Esperamos que tengan más aprecio hacia nosotros y la palabra musical no acompañe, ni describa, a ninguno de los presentes que le hagan a los bombones.

      Felices Fiestas a todos y espero que Papa Noel haya sido más benevolente con vosotros y si no lo ha sido, podéis proponerle a vuestro farmacéutico que os haga un 2X1 en analgésicos.


      viernes, 23 de diciembre de 2011

      Fashion mamás

      Admiro profundamente a aquellas madres que me encuentro por las mañanas, que van impecablemente vestidas y maquilladas y peinadas como si acabaran de salir de un salón de belleza.
      En serio, las admiro. No sé cómo lo logran pero están impolutas a las ocho de la mañana y llevan a sus retoñitos a clase sin despeinarse.
      Si me estás leyendo y eres una de ellas ilumíname por favor, porque lo máximo que yo consigo es ir vestida con colores que conjunten y medio peinada. Maquillada no lo lograría ni en sueños, lo acepto, pero me encantaría aparecer por el cole de los bombones por las mañanas con un aire fashion-divine y no con el aspecto mamá-va-de-culo-como-siempre con el que hago mi entrada.
      Los bombones van a clase hechos unos pinceles, relimpios y oliendo a gloria, (o a colonia Nenuco que para el caso es lo mismo), pero para ello, mamá previamente ha tenido que sudar la gota gorda.

      He hecho dos pruebas:

      1.- Vestirme y arreglarme yo primero y luego vestirles a ellos: no funciona, la lucha sin cuartel que tengo que mantener para que se dejen vestir y peinar hace que la buena facha con la que he salido del baño veinte minutos antes haya desaparecido.

      2.- Vestirles primero a ellos y luego arreglarme yo: funciona aún menos. Sigue habiendo lucha sin cuartel pero además, cuando termino con ellos y me comienzo a vestir, tengo que interrumpir la tarea tres o cuatro veces porque están intentando sacar los legos de la cajonera y regar el pasillo con ellos o porque aporrean la puerta del baño y comienzan los gritos porque no les dejo entrar o porque se están peleando por el mismo juguete o porque han intentado reorganizar ellos el cajón de sus camisetas… total que para terminar pronto con los conflictos, me visto en cinco minutos, me medio peino mientras me cepillo los dientes y salgo escopetada a reiniciar una nueva batalla: ponerles bufanda, gorro y abrigo, lo cual me lleva otros cinco minutos que logran que mi aspecto vuelva a ser deplorable.

      Os podéis imaginar que ante este panorama, cuando salimos a la calle ellos van monísimos y mamá… mamá simplemente va.

      Así que, por favor, si eres una de esas fashion mamás, cuéntame tu secreto, que a cambio, te mando un tupper de croquetas caseras.

      Su primer cumpleaños

      Esto lo escribí en día que cumplieron un año. Lo publiqué en otro sitio que ya no existe y lo recupero para que nunca se me olvide lo que sentí aquel día.

       
      Hoy, a las 11:43 y a las 11:45 hará un año que vinieron al mundo dos preciosos bebés que con sus 2,310 y 2,530 kg de perfección hicieron que viviera el día más feliz de mi vida.


      Hoy hace un año que descubrí lo valiosa que es una sonrisa, lo bonito que es pasarte horas mirando como duermen dos muñecos y la fuerza que dan 4 manitas diminutas, 4 pies chiquitines y dos caritas dulces.


      Hoy hace un año que salimos de casa como pareja para regresar convertidos en una familia.


      Hoy hace un año que mi mundo se trastocó para siempre.


      Hoy hace un año que me enamoré, en el mismo instante en que les vi supe que me habían robado el corazón y que iban a hacer conmigo lo que quisieran.


      Hoy vivo recordando aquel lunes de Mayo en el que la vida me dio el regalo más bonito y perfecto del mundo.


      Hoy celebro que he vivido el año más duro, emocionante, intenso, divertido, agotador, enriquecedor, emotivo, complicado, sorprendente, tierno, mágico, maravilloso, estresante, dulce, y sobre todo, FELIZ de toda mi vida.


      FELIZ PRIMER CUMPLEAÑOS BOMBONES y gracias por haberme elegido para ser vuestra madre.

      jueves, 22 de diciembre de 2011

      Cómo sobrevivo

      Tengo amigas que opinan que soy la organización personificada. Otras amigas piensan simplemente estoy como una cabra por meterme en mil fregados y actividades. Y algunas se preguntan cómo lo hago.

      Vale, voy a compartir mi  gran "secreto":

      Esto que véis es mi centro de operaciones. Con esto, con una agenda de papel y con la agenda del móvil es como logro sobrevivir mis días como madre de múltiples + trabajadora + estudiante + integrante de la comandancia doméstica +  loca que se apunta a un bombardeo.

      Si os estáis preguntando qué leches he puesto, esta es la puerta de mi nevera actualmente. (Inciso, colecciono imanes de nevera, si alguien quiere contribuir acepto regalos y cómo veís, voy a darles uso).

      En esta puerta se puede encontrar desde menús semanales para casa, hasta el horario de actividades del orfanato de día, perdón, quería decir cole, al que acuden los bombones, pasando por mi horario de actividades y estudios, el teléfono de varios restaurantes de comida rápida, (a veces no me apetece cocinar) y la lista de la compra, (que sólo yo me acuerdo de rellenar cuando se acaba algo), más otras muchas cosas que no cuento para que no me manden internar...

      El padre de los bombones cada vez que me ve poner algo nuevo ha optado por no preguntarme, para él esa puerta es un universo paralelo al que no quiere acceder, pero para mí, es mi tabla de salvación y la única manera que he encontrado de medio recuperar la memoria que perdí en el embarazo y que aún no ha vuelto.

      Nosotros no tenemos salón

      Siendo realista es la verdad.

      Hace un par de años teníamos salón, con su sofá, su tele, su alfombra, sus librerías llenas de libros, su mesa, su butaca… vamos, lo que viene siendo un salón.

      Pero ya no lo tenemos. 19 meses después de la llegada de nuestros hijos, el antes conocido como salón ha pasado a ser el campamento base de operaciones bomboneras.

      Conservamos el sofá, pero antes era blanco y ahora es de color indefinido. Conservamos las librerías pero están tapadas con una sábana, (gracias IKEA por descatalogar nuestras librerías), porque nos cansamos de recoger libros cada vez que a mis hijos les parecía divertido vaciar los estantes, o sea día sí y día también. Y conservamos la alfombra para que amortigue los golpes que se meten cuando les da por escalar las mesas o tirarse de cabeza desde el sofá.

      Conservamos la tele pero ahora sólo vemos en ella dibujos animados, programas infantiles y cantajuegos, (éstos últimos se merecen un post aparte).

      A cambio, hemos incorporado: dos hamacas para los bombones, dos tronas, (que hemos debido usar 4 veces en este tiempo pero que ahí siguen),dos cestos de juguetes, dos mini sillas con una mini mesa, cuentos, chupetes, baberos, migas de pan y de galletas, calcetines tirados por el suelo cuando mis hijos deciden que es mejor estar descalzos, más sus propias aportaciones como por ejemplo traerse todos los días el mueble cajonera del pasillo, (sólo a nosotros se nos ocurre comprarlo con ruedas), que está lleno de piezas de construcción y que todas las noches acaban esparcidas por el suelo de toda la casa, por los huecos de los radiadores, por la bañera y por cualquier sitio que se os pueda ocurrir por inverosímil que os parezca.

      Y esto ha ocurrido en menos de dos años, el año que viene os contaré como ha avanzado su ocupación puesto que es un hecho, lo hemos asumido ya:

      La casa es de nuestros hijos y a nosotros nos permiten ocupar un espacio en ella cada vez más pequeño.

      Elegir el nombre y conocer el sexo

      Teníamos la ecografía por la mañana y hasta la noche anterior no terminamos de decidir los posibles nombres. Los que a mí me gustaban al padre le horrorizaban y los que le gustaban a su padre me parecían horribles a mí. Así que, nos faltaba un nombre para tener cubiertas las tres posibles combinaciones:

      2 niños: I y X

      2 niñas: B y C

      1 niño y 1 niña: I y C

      La decisión final para despejar la incógnita de la ecuación, (para los de letras puras, la incógnita es la X),  fue algo así como:

      Yo: "Cariño, mañana es la eco y no tenemos aún decidido el nombre que falta"

      Él: "Mmmmm, ¿qué te parece M?"

      Yo, (sorprendida de que por primera vez en 4 meses no se me hubieran puesto los pelos de punta con sus propuestas): "Pues M está bien, me gusta".

      Listo. 4 meses de eternas charlas en las que incluso llegamos a desvariar y a hacer combinaciones crueles tales como Canuto y María, Blanca y Rosa, Zipi y Zape, Epi y Blas y al final en dos minutos y viendo la tele, teníamos elegido el nombre.

      Al día siguiente, la ecografía:

      Una doctora más seca que la mojama fue la encargada de hacerla.

      Dra. House: "Pues todo está bien. Ya sabéis el sexo, ¿verdad?"

      Yo: "No"

      Dra. House: "Querréis saberlo claro"

      Él: "Pues sí"

      [Estuve tentada de soltarle a la Dra. House alguna lindeza para corresponder a su simpatía, pero me contuve, no sé cómo, pero me contuve].

      Dra. House: "Pues a ver, el primer bebé es un niño"

      [La sonrisa de mi chico iluminó la sala]

      Dra. House: "El segundo bebé no se deja ver bien, a ver. Vale sí, otro niño."

      [El padre ya daba palmas directamente, loco de contento, mientras la Dra. House se marchaba sin apenas despedirse y yo me debatía entre la alegría por saber que eran niños y estaban sanos y la semi-tontería-pena pasajera de que no iba a tener uno de cada.]

      Y así fue como supimos que venían dos chicos y pudimos salir del Sanatorio sabiendo que I y M ya eran un poquito más reales.

      Sorpresas te da la vida

      Recuerdo perfectamente cuando decidimos que queríamos ser padres. Fue en nuestro cuarto aniversario. Ese día los astros se alinearon, los dos teníamos la tarde libre y nos fuimos a comer por ahí. Y en la comida, mi chico me hizo la gran pregunta: "¿Cuando vamos a tener un hijo?". Yo llevaba tiempo con la idea de la maternidad rondándome y cuando le ví a él dispuesto, supe que era el momento.

      La verdad es que algo nerviosos si estábamos, sabíamos que nuestra vida iba a cambiar en el momento en que pásaramos a ser tres, pero no nos dió mucho tiempo a asimilarlo porque me quedé al primer intento. Yo contaba con tardar meses e irme preparando en la medida de lo posible, pero mi fertilidad decidió por mí.

      Recuerdo ese viernes, cuando a las seis de la mañana y con sólo tres días de retraso, (yo que hasta la fecha era famosa por mi puntualidad cuasi suiza en estos temas), el test de embarazo me informó de que estaba esperando un hijo, recuerdo pasarme el día como si estuviera levitando, mil pensamientos venían a mi mente y tenía una sonrisa bobalicona, que pronto se transformó en naúseas matutinas. No todo iba a ser happy happy claro.
       A los pocos días, cuando ya habíamos casi asimilado que nuestro bebé venía en camino, fui a la ginecóloga y ella, muy profesional y después de una ecografía, me dió la gran noticia, no venía un bebé, ¡venían dos!

      Y ahí comenzó nuestra aventura, íbamos a pasar de ser una pareja a ser una familia de cuatro.

      ¿Quién soy yo y qué hago aquí?

      Más o menos es fácil de responder. Soy una mamá de dos preciosidades de 19 meses. Soy muchas otras cosas, esposa, hija, amiga, trabajadora, estudiante..., pero en estos momentos, mis mellizos me absorben casi todo mi tiempo y por ellos me he lanzado al mundo de los blogs. Y eso enlaza con la respuesta a la pregunta ¿qué hago aquí?.

      Aquí pretendo plasmar mis vivencias pasadas, presentes y futuras como madre de dos torbellinos que me tienen loca, agotada, enamorada y orgullosa. Mi día a día en la aventura de criar y educar a dos personitas que han tenido el detalle de elegirnos a su padre y a mí como progenitores.

      No sé si tendré muchas visitas, no sé si podré dedicarle mucho tiempo, no sé ni cómo se me ha ocurrido esta idea, pero espero que a quien se anime a leerme le guste.