jueves, 22 de diciembre de 2011

Sorpresas te da la vida

Recuerdo perfectamente cuando decidimos que queríamos ser padres. Fue en nuestro cuarto aniversario. Ese día los astros se alinearon, los dos teníamos la tarde libre y nos fuimos a comer por ahí. Y en la comida, mi chico me hizo la gran pregunta: "¿Cuando vamos a tener un hijo?". Yo llevaba tiempo con la idea de la maternidad rondándome y cuando le ví a él dispuesto, supe que era el momento.

La verdad es que algo nerviosos si estábamos, sabíamos que nuestra vida iba a cambiar en el momento en que pásaramos a ser tres, pero no nos dió mucho tiempo a asimilarlo porque me quedé al primer intento. Yo contaba con tardar meses e irme preparando en la medida de lo posible, pero mi fertilidad decidió por mí.

Recuerdo ese viernes, cuando a las seis de la mañana y con sólo tres días de retraso, (yo que hasta la fecha era famosa por mi puntualidad cuasi suiza en estos temas), el test de embarazo me informó de que estaba esperando un hijo, recuerdo pasarme el día como si estuviera levitando, mil pensamientos venían a mi mente y tenía una sonrisa bobalicona, que pronto se transformó en naúseas matutinas. No todo iba a ser happy happy claro.
 A los pocos días, cuando ya habíamos casi asimilado que nuestro bebé venía en camino, fui a la ginecóloga y ella, muy profesional y después de una ecografía, me dió la gran noticia, no venía un bebé, ¡venían dos!

Y ahí comenzó nuestra aventura, íbamos a pasar de ser una pareja a ser una familia de cuatro.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bonita sensación tiene que ser eso!

    Nada, no me ha tocado la lotería, la maternidad tendrá que esperar jaja

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  2. A mí tampoco me ha tocado la loteria de Navidad. Y sí, que espere que te sobra tiempo :)

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