jueves, 23 de febrero de 2012

Alucinada


Los bombones a veces se pegan. Pocas veces, ganan los abrazos y besos a las bofetadas. Pero de vez en cuando se cascan y a conciencia.

Es lo único en lo nos ponemos realmente severos. No lo consentimos.

Cuando uno pega, su padre o yo, solemos llevarle al rincón del aburrimiento, (nombre que me sugirió una gran persona). Y nos quedamos allí dos minutos con él, explicándole que no se pega, que si pega no puede jugar.

El otro día, me tomé la tarde libre por un dolor de estómago horrible y mientras yo estaba en el sofá tumbada, ellos jugaban en la alfombra tranquilamente. Hasta que los dos decidieron que querían el mismo coche, (tienen 20 coches, pero da igual, los dos querían justo ese), después de forcejear un poco, I le metió un guantazo a su hermano. Desde el sofá, le dije que no se pegaba y comencé a incorporarme para llevarle al rincón.

Anonadada me quedé cuando vi que M cogía de la mano a su hermano, le llevaba al rincón y se quedaba con él “regañándole” en bombonil.

jueves, 16 de febrero de 2012

Carnaval, Carnaval

En el cole de los bombones está siendo la semana de los Carnavales y cada día tienen que llevar algo diferente.
El lunes era un calcetín de cada color, bien, fácil, asequible.
El martes algo colgado del cuello, también fácil, dos corbatas de papá y asunto resuelto.
El miércoles algo en la cabeza, les puse dos gorros que les duraron puestos exactamente 2 minutos y que sólo aceptaron  seguir llevando los 5 minutos escasos que tardaron en hacerles fotos. Ya lo dice mi madre: “Cabeza loca, no quiere toca”
Hoy jueves, la cara pintada, bueeeeeno, algo apañaré.
Mañana viernes, un disfraz y algo que haga ruido para la charanga. Tienen una moral las profesoras de mis hijos que ni el Alcoyano oye. 12 niños menores de 2 años por clase, todos con maracas, carracas, silbatos, etc…. ¡Qué valor le echan estas chicas!

Lo de mañana está resuelto. Como poseo dos manos izquierdas que me declaran totalmente nula para coser algo más complicado que un botón, y además terminé el lunes los exámenes de la UNED, he recurrido al sitio mágico al que acudimos las mamás apuradas y pelín chapuceras: las tiendas de los chinos. Dos disfraces 22 euros. Uno de oso panda y otro de gato. Y arreando, que no me da la vida para más.

Lo de hoy no ha sido tan sencillo. Anoche recopilé maquillaje, pintalabios y sombras de ojos que tenía en un neceser desde hace meses, (o años), y que, dada mi escasa vida social y mi falta de tiempo, apenas uso. Y como una es previsora, puse el despertador para que sonara 20 minutos antes de lo habitual porque pensé que así, iría sobrada de tiempo para vestirme, vestirles y pintarles. ¡Ja!. Qué ilusa soy.

La operación vestimenta ha ido bien. No me avergüenza reconocer que he aprovechado que andaban aún adormilados para pillarles a traición y vestirles. Cuando han querido protestar, ya estaba hecho lo más difícil.

La operación maquillaje ha sido complicada. He tardado unos 20 minutos y la batalla se ha saldado con el bombón M auto pintado, su cara, sus manos, su jersey, todito pintado. Yo hubiera querido pintarle una cara de gato o algo así, pero me parece bien el resultado final: cara de Rambo en plena maniobra de camuflaje. El bombón I con la cara limpia. No le ha salido del pañal que le pintara ni pintarse, y cuando he visto que se ha metido en el hueco de la librería para que me costara agarrarle, he claudicado. Por favor, guardad ahora conmigo un minuto de silencio por el maquillaje que ha perecido en la operación, sólo ha sobrevivido el pintalabios.

Así las cosas, los veinte minutos de madrugón extra no me han servido para nada, porque al salir por la puerta de casa ya íbamos con la hora pegada al culo y faltaba la puntilla: el ascensor también ha fallecido hoy y hemos tenido que bajar andando los tres pisos por una escalera estrecha y peligrosa como ella sola. Eso sí, olé por mis hijos que han obedecido sin rechistar mi orden de no moverse y me han dejado bajarles en brazos los diferentes tramos, menos mal que mi altura me permite no necesitar usar tacones porque nos hubiéramos descalabrado los tres.

Afortunadamente, ya he llegado al despacho y por fin puedo descansar.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Impertinencias

Hace un tiempo comenté que tenía pendiente hacer una entrada sobre las frases, los consejos no pedidos y las observaciones que a menudo tengo que escuchar de gente a la que no conozco o con la que apenas trato más allá de darnos los buenos días.

He podido comprobar que mi capacidad de abstracción se está desarrollando estupendamente. Al principio me mosqueaba y ponía caras raras o contestaba en plan cortante. Ahora suelo poner cara de vaca viendo pasar el tren, y a no ser que me toquen mucho la moral, me limito a contestar monótonamente: “Claro, claro…”, mientras mentalmente pienso en la lista de la compra, en los apuntes que he de mirar o en cualquier otra cosa de las cien mil que tengo que hacer al cabo del día.

Pero mi cambio de actitud no ha desanimado a algunas personas y como hablar es gratis, sigo teniendo que escuchar impertinencias varias.

-“¡Son dos! Uf, que faena, menudo trabajo”…. (¿Y qué hago?, ¿devuelvo uno?, ¿desde cuando un hijo es una faena?, ¿se refiere a faena en el sentido de trabajo? porque entonces es una redundancia su frase)

-“Ay qué pena, los dos niños, podían haber sido niñas que son más monas”…. (Pena la que da Usted diciendo tonterías, además, no la veo yo a Usted muy mona la verdad y se supone que fue niña alguna vez)

-“¿Qué haces con chupete? Si ya eres muy mayor”… (1º Llevará chupete hasta que él quiera. 2º Más mayor es Usted y se mete dónde nadie la ha llamado que es algo bastante peor y 3º ¿Y a Usted qué le importa?, ¿acaso los paga Usted?)

-“No los cojas que se acostumbran”…. (Claro, ya sabemos que es un crimen que un bebé quiera estar en brazos de su madre, si son unos manipuladores…)

-“Y ahora a por la niña, ¿verdad?”… (Depende, si Usted se compromete a pagarle los estudios desde el Jardín de Infancia hasta el Master de Postgrado, igual me lo pienso. Pero quiero ese compromiso firmado ante Notario. Y no se preocupe, que si el próximo también sale niño, lo devuelvo, que ya sabemos que las niñas son más monas)

-“¡Qué gordos están!”… (Vamos por partes, no están gordos, pero con el tamaño y altura de sus padres, no pueden ser pulgarcito. Y después, Usted está vieja y yo me he callado así que deje de faltar)

Debo confesar que algunas de las respuestas que he puesto, sí las he dicho en voz alta lo cual ha hecho que se siga manteniendo mi fama de borde; pero es que tengo un problema: soy incapaz de quedarme callada ante algunas muestras de la estupidez humana, máxime cuando el receptor de semejantes impertinencias es uno de los bombones. Pero estoy mejorando, ahora suelo contestar con una sonrisa de oreja a oreja para suavizar el impacto.



martes, 14 de febrero de 2012

San Tontín


En casa de los bombones no se celebra San Valentín. Nosotros nos queremos todos los días y además mi cumpleaños está muy cerca y no está el horno para dispendios. Pero como me he contagiado del espíritu noño que fluye hoy por el mundo, este año voy a celebrarlo, dedicándole esta entrada al padre de los bombones.

Quiero decirle que le quiero mucho. Que le agradezco el apoyo emocional y logístico que me ha brindado estas semanas para que pudiera estudiar. Y que junto con mis hijos, él es el motor que mueve mi mundo.

Que aunque a veces haga que mi ceja se junte con el nacimiento del pelo, o me haga poner los ojos en blanco, no cambiaría ningún día de los que hemos pasado juntos y que gracias a él, esto de la paternidad es un poco menos complicado y mucho más divertido.

Te quiero N.

P.D.- Lo sé, lo sé, me ha quedado muy moñas, pero el empalague y la cursilería tienen hoy derecho a campar libremente.

jueves, 9 de febrero de 2012

Palabras más, palabras menos


Seguramente dentro de dos años, escriba un post totalmente opuesto a este. Y casi seguro que entonces venderé mi alma al diablo por unos minutos de silencio. Pero ahora mismo, he de reconocer que tengo muchas ganas de que los bombones se lancen a hablar. Sobre todo tengo curiosidad por saber cómo es la voz del bombón I.
El bombón M ya se ha lanzado a decir palabras sueltas. Incluso el otro día unió dos palabras en un intento de frase. El bombón I pasa ampliamente. Entiende lo que le dices y sus necesidades físicas y emocionales están cubiertas, así que debe pensar qué para lo que hay que decir, mejor quedarse calladito.

El vocabulario entendible de M es: “papá”, “mamá” (la dice poco), “no” (la dice a menudo), “hola”, “aba” (dame de comer o beber ya), “abi” (dame eso que no llego), “mia” (mira) y “mío”. Este último concepto lo tiene tan interiorizado ya, que él considera que  todo es suyo, y si su hermano no está de acuerdo, no pasa nada, como buen tauro y futuro macarra, el conflicto se solventa con un empujón o bofetada, e intenta hacer prevalecer el escaso centímetro de ventaja que le saca a I.

El vocabulario de I es: “papá”, “caca” (la ha dicho dos veces), “mua” (cuando da un beso a su padre y a su hermano que son los únicos afortunados que lo reciben) y “no” (esta la usa cuando le pido un beso yo). Sí, como habéis observado, “mamá” no entra en su vocabulario. Deprimida estoy entre eso y la falta de besos.

Luego hablan los dos perfectamente el bombonil, pero no sé qué se cuentan en sus diálogos de “cuiii”, “aaaaa”, “tatatata”, aunque debe ser divertidísimo porque acaban los dos riéndose a carcajadas.

Y aunque mis amigas veteranas en esto de la maternidad, me dicen qué soy una inconsciente, yo estoy deseando que hablen... ¡Y que me besen!


martes, 7 de febrero de 2012

Manualidades

En el cole de los bombones, nos habían pedido que hiciéramos un libro sobre su vida. Libro en el que debíamos poner unas cuantas fotos y unos pocos textos explicando cada foto.
Era una tarea sencilla, al menos parecía sencilla cuando nos la encargaron.

¡Pues no! De sencilla tiene poco y anoche cuando me lancé a hacerla pude comprobarlo.

1º.- Unas cuantas fotos: ya… a ver qué fotos selecciono de las mil que tengo de ellos.

2º.- Unos pocos textos: ¿cómo de extensos?, ¿pecaré de noña si pongo lo que he redactado?, ¿es mejor que sean breves y concisos cual telegrama?, ¿lo escribo en tercera persona o en primera?, ¿uso el pasado o el presente?

3º.- Montar el libro: pues vamos mejorando, yo, que en el colegio suspendía plástica, o como mucho sacaba un 5 pelado. Yo, que siempre me he caracterizado por tener dos manos izquierdas… Y eso que he optado por lo más sencillo del mundo, que las virguerías las he dejado para mis amigas las mañosas. Pero aún así, me tuve que pegar con las cartulinas, el pegamento y los rotuladores, mientras el padre de los bombones comentaba lo que les gusta en el cole complicarnos la vida y yo recordaba las clases de plástica con las monjas en las que mi trabajo siempre era de los peores, incluso me pareció oir a Rosina, (la profe), diciéndome por enésima vez que use la regla para que haya armonía.

Al final, el resultado ha sido un poco menos desastroso de lo que me esperaba. Pero sólo un poco. Por lo menos espero que tengan en cuenta que hacer dos libros de estos en una noche tiene mérito y que les he puesto mucho cariño eso sí.
O a una mala, les digo que los libros los han hecho ellos y yo me he limitado a supervisar el correcto uso del pegamento, a ver si cuela…

lunes, 6 de febrero de 2012

Amores que matan

Una de las cosas que más me gustan de mis hijos, es ver cómo se quieren y cómo se buscan.
Me encanta como se les ilumina la cara cuando ven a su hermano. Es una gozada ver como se dan besos y achuchones varios y me divierte mucho oírles mantener una conversación en bombonil, lenguaje que sólo entienden ellos y que les debe hacer mucha gracia porque siempre acaban riéndose a carcajadas.
Es fantástico entrar en la habitación porque uno se ha despertado, y verle asomado a la cuna del hermano, a ver si se despierta o no. Me gusta cómo van juntos en plan Fuenteovejuna para realizar trastadas varias o pillar a uno intentando hacerle cosquillas al otro.

Por desgracia, no siempre es idílica su relación y últimamente tienen una facilidad pasmosa para pasar del amor al desamor. Este fin de semana lo hemos comprobado.

Ha habido peleas por los gusanitos, por los coches de juguete, por los cuentos, por las galletas…
La tarde de ayer fue un continuo ni contigo ni sin ti. Si los separaba malo, si les dejaba solucionar sus problemas solos, peor. Si actuaba en plan salomónico y les quitaba el objeto de conflicto, berridos a dúo contra la bruja mala que es mamá, si les mandaba dos minutos al rincón volvían a la lucha con energías renovadas, hubo carreras por el pasillo para recuperar lo perdido, mordiscos, manotazos, lanzamiento de juguetes a la cabeza del contrario, gritos, lloros, más gritos, nuevas carreras… así que la tarde se saldó con dos chichones, una pata de la pizarra rota y una jaqueca.

Menos mal que los momentos buenos prevalecen y que mi optimismo incurable me hace creer que a medida que crezcan y sepan hablar, los conflictos podrán solucionarse de otra manera.
Mientras tanto, intentaré tomármelo con paciencia y me consuela comprobar que defender lo suyo es una lección que ya tienen muy interiorizada...¡que Dios nos pille confesados!

miércoles, 1 de febrero de 2012

Ley de Murphy aplicada a la maternidad

Murphy es un desgraciado. Así de claro y rotundo lo digo. A lo largo de estos meses, he comprobado que su ley es implacable y en mi experiencia como mamá de los bombones, me ha hecho la puñeta más de una vez

  • Si un día decido que para media hora que vamos a estar en la calle, no me llevo la bolsa con todas sus cosas. Ese será el día en el que mis hijos se cagaran. Da igual que me haya pasado meses paseando la bolsa sin usarla, el día que no la lleve, es el día que me hará falta.  

  • La tarde que paso de ir cargada con cubos, palas y moldes al parque porque total, no los usan. Será la tarde que los bombones decidan prestar atención a los cubos, palas y moldes de los demás niños.

  • Da igual a qué hora me acueste y cuánto tiempo lleven  plácidamente dormidos mis niños. A los cinco minutos exactos de haberme metido en la cama, tendré que levantarme a atenderles.  

  • El sábado o domingo que nos venga bien que los bombones sean madrugadores porque tenemos planes y hay que salir pronto de casa, será el sábado o domingo que más tarde se despierten con el consiguiente retraso en nuestro horario.

  • El tiempo que tarden los bombones en dormirse es directamente proporcional a las ganas que tengamos nosotros de que se duerman. A más ganas, más por culeros están.

  • Los catarros, virus, gripes, diarreas, etc de los bombones… siempre se producirán en fin de semana, puente o vacaciones de sus padres.

  • Bastará que diga que a M no le gusta el dulce, para que M decida comerse todo el postre de su abuela. (Y tendré que aguantar a la abuela “presumiendo” de que con ella el niño sí que come)

  • Siempre, siempre, siempre me tocará ir a atenderles durante los últimos diez minutos de la película que estoy viendo. Creo que llevo más de un año, sin saber cómo acaba una película.

  • La noche que decidamos irnos a cenar y al cine durante unas horas, dejándoles a cargo de la abuela, será la noche que duerman del tirón y no haya que ir a atenderles… hasta que lleguemos nosotros a casa claro, que comenzará el festival nocturno.

  • La semana que en casa haya atasco de ropa o retraso de lavadoras, será la semana en la que todas las noches se mearan hasta el cuello y habrá que poner lavadoras de urgencia.

Y da igual que decrete en positivo, que me encomiende a todos los Santos, o que encienda una velita a San Judas Tadeo, (patrón de los imposibles), esto sucederá porque Murphy así lo ha dictado y mis hijos le obedecen a él más que a mi.