jueves, 23 de febrero de 2012

Alucinada


Los bombones a veces se pegan. Pocas veces, ganan los abrazos y besos a las bofetadas. Pero de vez en cuando se cascan y a conciencia.

Es lo único en lo nos ponemos realmente severos. No lo consentimos.

Cuando uno pega, su padre o yo, solemos llevarle al rincón del aburrimiento, (nombre que me sugirió una gran persona). Y nos quedamos allí dos minutos con él, explicándole que no se pega, que si pega no puede jugar.

El otro día, me tomé la tarde libre por un dolor de estómago horrible y mientras yo estaba en el sofá tumbada, ellos jugaban en la alfombra tranquilamente. Hasta que los dos decidieron que querían el mismo coche, (tienen 20 coches, pero da igual, los dos querían justo ese), después de forcejear un poco, I le metió un guantazo a su hermano. Desde el sofá, le dije que no se pegaba y comencé a incorporarme para llevarle al rincón.

Anonadada me quedé cuando vi que M cogía de la mano a su hermano, le llevaba al rincón y se quedaba con él “regañándole” en bombonil.

2 comentarios:

  1. Me partoooo!!! Me hubiera encantado verlo, qué bueno! :-)

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  2. Que grandes xDD jajajajaja cada día más espabilados, aissss mis gordis!!.

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