martes, 27 de diciembre de 2011

Soy una taza

...una tetera, una cuchara y un cucharón, un plato hondo, un plato llano, un cuchillito y un tenedor. Soy un salero, azucarero, batidora y olla express, chiu chiu

Si a los padres de los bombones nos dieran un euro cada vez que hemos oído y bailado esa canción, no digo yo que fuésemos ricos, pero para una buena mariscada seguro que teníamos suficiente. Como habéis comprobado, la letra me la sé de memoria ya. Que vale, no es difícil, pero cuando has dormido sólo 4 horas, hasta escribir correctamente tu nombre es todo un reto.
También os digo que vernos a su padre y a mí con nuestro 1,93 y 1,75 cm de humanidad bailar esa canción es un show, (la olla Express me sale ya de lujo).

Porque sí, nosotros también hemos caído en la trampa de Los Cantajuego.

Tengo buenas amigas que me habían advertido. Me habían hablado de lo saturada que podría acabar si entrábamos en el universo Cantajuego, y aunque nos resistimos durante un tiempo y vivimos felices en nuestra ignorancia. Al final, tuvimos la ocurrencia de visionarlos.
Entendednos, cuando ni Pocoyo, ni Pat el cartero, ni Manny Manitas logran ya llamar la atención de los bombones, hay que probar cosas nuevas que les persuadan de hacer o inventar trastadas.

La primera vez que los pusimos, disfrutamos los cuatro. A los bombones les encantaron porque eso de ver a gente saltando y cantando, (y haciendo el payasete todo sea dicho), les divierte un montón y además la música les gusta mucho, (ya os contaré otro día qué música solemos ponerles en casa).
Y nosotros porque muchas de esas canciones nos transportaban a nuestra infancia y además, ¡¡los bombones estaban sentados y quietos!! Algo que pocas veces pasaba.

La segunda vez que los vimos, los bombones estaban aún más entregados, ya les sonaban las canciones y las coreografías, e incluso se animaban a mover las manos y el culete al ritmo de Juan pequeño baila.
Nosotros, pasada la novedad, los observamos sin mucho entusiasmo mientras sonreíamos al ver a nuestros pequeños bailarines que aplaudían al final de cada canción con el mismo entusiasmo con el que su padre celebra un gol de nuestro equipo de fútbol. Venga, voy a ser sincera, yo también celebro los goles.

A partir de la tercera vez, a nosotros nos daban bastante igual y a estas alturas de la película, estamos comenzando a aborrecerlos porque todos los días hay que ponerlos por deseo de los niños. Es curioso, nuestro nivel de saturación es directamente proporcional al nivel de entusiasmo que muestran los bombones.

Aún así, yo pensaba que lo estaba llevando bien, que aunque resulta cansino escuchar cien veces El sapo Pepe y la rana Juana, tampoco estábamos tan imbuidos en el espíritu Cantajuego. ¡¡ Error!! Craso error confiarme.
Cuando el otro día me sorprendí a mi misma en el trabajo, fotocopiando escrituras y canturreando En un bosque de la China, comprendí que, como el 90% de los padres del Siglo XXI, había sido abducida por el entusiasmo que muestran unos cuantos muchachos vestidos con peto vaquero y camiseta roja.

Si aún no sabes qué son Los Cantajuego, te aconsejo que te vayas haciendo a la idea y mires por encima algún video suyo, porque esos muchachos y sus canciones, van a ser tus compañeros durante varios años en el apasionante mundo de la paternidad.

3 comentarios:

  1. Lo había conseguido, te juro que la había sacado de mi cabeza... Pero ha vuelto... El sapo pepe yyyyy la rana juana aaaaaaa...

    Achuchón comprensivo :D

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  2. Recibo el achuchón y lo agradezco.

    Es lo malo que tienen estas canciones, que son pegadizas...

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  3. Las canciones que tengo yo en mi cabeza son las mismas del cantajuego pero versionadas por "Maria Bimbolles" en catalan..Y tambien las de los payasos "Cucorba":La lluna,la pruna....

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