jueves, 3 de mayo de 2012

De compras

El sábado teníamos que hacer unas compras inaplazables. Así que fuimos con los bombones. Destino: supermercado sueco de muebles e hipermercado de origen francés, (mientras no me paguen no pienso hacer publicidad aunque sólo me lean cuatro personas).

Decidimos salir temprano de casa. Temprano con los bombones significa que salimos a las diez y media de la mañana. Llegamos al sitio de los suecos y subimos a mirar las referencias que necesitábamos. Primer cabreo bombonero porque no les dejamos bajarse de la silla. Pero es que conociéndoles, desmontan la exposición de muebles en un momentito. Lo solucioné dejándoles un folleto a cada uno. Volvemos a bajar y cogemos un carro. Papá empujaba el carro y mamá la silla de los bombones. Segundo cabreo bombonero, querían ir dentro del carro. Venga vale, si con eso se calman… Cinco minutos de tregua nos dieron.

Cuando por fin llegamos a la caja, hubo que bajarles del carro y montarles en la silla. Tercer cabreo, acompañado con gritos, lloros y patadas al aire. Papá intentando que le cobrasen rápido, yo intentando entretenerles, la gente mirándonos, algunos se solidarizaron con nosotros, otros nos miraron con cierto tufillo de superioridad, (seguro que estos últimos no tenían niños), ellos gritando cada vez más...

Cargamos el coche y nos dirigimos al siguiente destino. Como ya estábamos escarmentados, dejamos la silla en el coche y les montamos directamente en un carro. Estábamos escarmentados y además no podíamos sacar la silla porque estaba encajada en el maletero entre dos colchones y tres bolsas.

Al principio pensamos que la cosa iba bien, estaban entretenidos en hacer el borrico en el carro, (ya sabéis, lo típico de “¿si salto mucho dentro del carro lo volcaré?” y cuando llegamos al expositor de sábanas entraron en éxtasis porque había coches… pero nada, somos unos ilusos, de repente entramos de lleno en el cuarto cabreo porque los dos querían el mismo artículo. Les dimos otro artículo exactamente igual, parecía que se contentaban. Seguimos avanzando por el hipermercado, quinto cabreo, todo lo que su padre y yo metíamos en el carro, ellos lo tiraban fuera y si lo volvíamos a meter, se enfadaban. Al final cedieron, pero por poco tiempo.

Sexto cabreo, querían ir andando e intentaron bajarse ellos solos del carro, (qué arte levantando la pierna oye, qué arte). Papá les bajó, avisándoles que si no iban de la mano, les volvía a montar en el carro. Entre nosotros, Papá es un valiente.
Llevarles de la mano evitó males mayores, aunque tuvimos que devolver a su sitio todos y cada uno de los productos que ellos cogían con intención de lanzarlos al carro. Llegamos a la caja, hay que subirles al carro porque hay bastante gente. Llega el cabreo número… (No sé, yo ya me perdí hace varios berrinches).

Llegamos a casa a las dos de la tarde, con tan mala suerte que como se habían dormido 10 cochinos minutos en el coche, consideraron que no había por qué dormir siesta y estuvieron en el mismo plan folclórico el resto del día…

Conclusión: no volvemos a ir de compras con ellos en una larga temporada. Necesitamos recargar las pilas y esperar a que se nos olvide el mal rato que pasamos antes de repetir.


2 comentarios:

  1. Me suena tanto.....solo que imaginarlo con dos hace que me recorra un escalofrio por la espalda

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  2. Jajajaja, vaya cracks xDD lo que me he reído imaginandome a los dos petunios tirando las cosas del carro xDD y lo que me sorprende es que de la mano hayan sido buenecitos y no se hayan escapado por ahí corriendo jajajaja.

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