lunes, 26 de marzo de 2012

Parqueología I

Desde que soy adulta, nunca me han gustado los parques. Me aburren soberanamente y además soy alérgica a las gramíneas.

Pero como madre abnegada que soy, cuando llega el buen tiempo mi conciencia me impide vaguear en casa y no sacar a la calle a los bombones.

La parqueología es una ciencia. Podrían hacerse diversos estudios sobre los especimenes que pululan por allí.

Está la abuelis amantisimis: que permite que su nietecito acapare el único columpio y mira con ojos asesinos a cualquier niño que se acerque con intención de reclamar su turno.

También podemos ver a la mami pasotis: se sienta a leer en un  banco, lo más retirada que puede del recinto de juegos, y le da absolutamente igual que su retoño pegue, quite juguetes, empuje o haga el borrico. Lo máximo que se puede esperar de ella es un lánguido: “Albertito, no te subas ahí, que te vas a caer”, dicho con desidia, como si con ella no fuera la cosa. Eso sí, en estilismo gana a todas: taconazo de vértigo, maquillaje impecable y falda de tubo. Lo ideal para salir corriendo tras Albertito.

Tampoco falta la mami multi tareis: está pendiente de sus retoños, de la conversación con las otras mamis y sabe siempre qué niño de los habituales no ha ido esa tarde. Además lleva un bolso enorme lleno de toallitas, pañales, galletas, zumos, abrigos, juguetes, agua, ropa limpia y cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir.

Un espécimen que a mí me provoca urticaria es la mami leonis: se caracteriza por su férreo control sobre lo que hace su niño y por mirar de arriba abajo a cualquier infante que se acerque a su nene. No vaya a ser que le hagan un rasguño a su tesorito. Su única pega: que si es su tesorito el que rasguña a otro, sólo interviene para regañar al herido. Con este espécimen aún no he tenido que enfrentarme, espero no tener que hacerlo nunca, no vaya a ser yo la primera banneada de un parque infantil.

Y por último, la mami corrientis: el espécimen que más abunda. Intenta sobrevivir como buenamente puede a las hazañas y borricadas de sus hijos. Suele llevar ropa de batalla que acaba con tanta mierda como la de sus hijos e intenta disfrutar con ellos. Si tiene que socializar, socializa. Si no puede socializar, se resigna.

Y con esta breve descripción de los ejemplares más llamativos que nos encontraremos en un parque, aprovecho para inaugurar la temporada RETIRO 2012. En unos días publicaré las primeras crónicas y retrospectivas de las aventuras bomboneras en los columpios.

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