lunes, 9 de enero de 2012

Navidades II

Recuento de regalos de sus Majestades de Oriente a los bombones:

  • Dos perritos de peluche que ladran y les provocan carcajadas cada vez que lo hacen.
  • Una pizarra con imanes y rotuladores. (Los rotuladores escondidos hasta dentro de un año como mínimo, que mis pequeños Rembrandt son capaces de redecorarme la casa y crearme una cueva de Altamira en versión moderna con más rapidez de la que os pensáis)
  • Unos bolos (de gomaespuma, gracias a Dios, que ya nos veía enganchados a los analgésicos)
  • 6 cuentos
  • 3 vehículos de juguete tamaño mediano/grande
  • 5 coches de juguete pequeños
  • Dinero (directo a su cartilla que va a ir)
  • 1 caja de lego
  • 1 puzzle
  • Ropa
  • Colonia
  • 2 coches musicales: os prometo que la música de los coches no tiene nada que envidiar a la que ponen los macarras poligoneros en sus bugas.


Cómo habéis notado, la palabra musical describe sólo uno de los regalos, lo que me reafirma que los Reyes Magos son mucho más empáticos con nosotros que el gordito de rojo. Eso sí, da igual que digas que por favor dejen pocas cosas en las casas de los familiares, sus Majestades hacen lo que les sale de sus reales narices.


Hemos tenido que reorganizar por enésima vez la casa para dar cabida a sus juguetes. A veces no sé si vivo en un piso o en una juguetería y eso que hice limpieza hace un mes y doné juguetes al mercadillo del cole.
Pero ha merecido la pena. Ver la cara de ilusión que pusieron y lo mucho que están disfrutando con sus juguetes estos días, recompensa con creces el stress de las Navidades.

Eso sí, el año que viene prometo hacer una limpieza aún mayor de trastos y escribir la carta en Octubre que esto ha sido un sin vivir.

Y ahora volvemos a la rutina y a la vida real hasta dentro de trescientos veinte días.


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