lunes, 2 de enero de 2012

Y yo con estos pelos

Tenemos que cortarles el pelo a los bombones. Mejor dicho, tenemos que igualarles las greñas porque ahora su pelo va de por libre y peinarles nos cuesta un rato. Además, el bombón M tiene dos coronillas con sus respectivos remolinos, así que podéis imaginar el cuadro que se organiza por la mañana para domar su pelo.

El problema es que no tenemos tiempo para llevarles al peluquero. Y cortarles el pelo nosotros está descartado desde el desafortunado incidente de papá y la maquinilla eléctrica del verano del 2010… pobres, parecían dos frailes y encima las abuelas nos avisaron de su firme intención de contarles la “putada” que les habíamos hecho cuando fueran mayores. Ahí, ayudando.

Como decía, tenemos que igualarles las greñas, y a mí me están entrando sudores fríos sólo de pensarlo, porque eso requiere que se estén quietos cinco minutos, y cualquiera que conozca a mis hijos, sabe que eso si que es misión imposible.

Así que estamos intentando encontrar algún hueco en nuestra agenda para encomendarnos a todos los santos y que la operación corte de pelo sea satisfactoria, pero no está resultando tarea fácil.

Podríamos dejarles el pelo tal como está, pero nos enfrentaríamos a dos problemas: uno, que el flequillo les cause una ceguera temporal que se salde con varios golpes contra los muebles y dos, como tenga que oír una vez más a mi madre decir: “A ver si les cortáis el pelo”, juro que gritaré y mucho. Y eso iría contra mi propósito de año nuevo número 2.

Prometo contar aquí la visita a la peluquería cuando se produzca porque mucho me temo que será otro lugar en el que mis hijos se harán “famosos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario